Carlos Cid García, nacido el 15 de septiembre de 1973 en la provincia de Sevilla, es un ejemplo de cómo el talento y la pasión pueden florecer al margen de los caminos convencionales. Residente en San José de La Rinconada, su infancia estuvo marcada por una rebeldía innata y el desapego hacia un sistema educativo que no supo captar su potencial.
Indiferente a los resultados académicos, canalizó su energía hacia la resolución de problemas mecánicos, destacando desde la adolescencia por su habilidad para optimizar y desarrollar artilugios, curiosamente casi siempre relacionados con el metal, que representaban un reto para su ingenio.